¿Quiénes somos?
Somos mujeres consagradas que, al impulso del Espíritu, queremos ser presencia significativa de Cristo Sacerdote y Víctima, compasivo y misericordioso, especialmente en los lugares donde la vida clama, cultivando vocaciones, construyendo la cultura vocacional y formando un pueblo sacerdotal.
Como mujeres, centramos nuestra vida en el sueño de Jesús: el Reino. Él vino para que todos tuviéramos vida y vida en abundancia. Desde este gran Sueño de Dios Padre para la humanidad, y a la manera de su Hijo Jesús y hermano nuestro, queremos ser despertadoras de sueños, consagrando nuestra vida para acompañar a niños, adolescentes y jóvenes en la búsqueda del sentido de su vida y la vivencia profunda de su sacerdocio bautismal que fortalezcan su identidad como discípulos y misioneros de Cristo y descubran, en diálogo con el Dios de la Vida, e interpelados por la realidad de los que sufren, cuál es su proyecto de vida, haciendo presente el Reinado del Espíritu Santo, construyendo una sociedad más justa, fraterna y solidaria.
A través de un hombre con corazón de fuego, Félix de Jesús y una mujer del Espíritu: Ana María del Espíritu Santo, quienes escucharon al Espíritu y respondieron con audacia a sus invitaciones, iniciando así esta Obra para responder a la realidad de su tiempo, Dios nos confía la misión de cultivar vocaciones, especialmente al sacerdocio, haciendo de nuestras obras apostólicas “semilleros” en los cuales cada persona encuentre su propia vocación.
Compartimos nuestro seguimiento de Jesús Sacerdote y Víctima, viviendo en comunidad. Ahí aprendemos a amarnos como hermanas, a compartir un proyecto de fe y vida y a poner todo lo que somos y tenemos al servicio de los demás.
En comunión con los laicos, compartimos un mismo carisma y misión vocacional sacerdotal, formamos una gran familia: la Familia del Espíritu Santo, vinculándonos al carisma de distintas maneras, especialmente en el Movimiento Vocacional Espíritu y Vida (MOVEV) y la Asociación de Apóstoles del Espíritu Santo (AES). Como familia oramos, profundizamos y vivimos el carisma desde la vocación que cada uno tiene, extendiendo así el Reinado del Espíritu Santo en el hoy de nuestra historia.
María Madre de la Divina Gracia, o MATER como le decimos con tanto cariño filial, Ella es para nosotros modelo de Mujer y Madre sacerdotal. A Ella le confiamos nuestra vocación y la vocación de cada uno de los niños, adolescentes, jóvenes y con todos aquellos con quienes compartimos nuestra misión vocacional sacerdotal.